Buenos días, Arianne, cuéntanos un poco sobre ti.
Claro, mi nombre es Arianne Rovira, tengo 57 años y por tanto cuento ya con una amplia trayectoria profesional. Mi primer gran reto fue en la organización de los Juegos Olímpicos de Barcelona, un proyecto inolvidable que me enseñó el valor del compromiso y el trabajo en equipo para lograr resultados excepcionales. En este evento, aprendí que, cuando un grupo está alineado con un objetivo común y trabaja con ilusión y mucha responsabilidad, se pueden alcanzar logros brillantes. Esta lección la he aplicado a lo largo de mi carrera.
Después de los Juegos Olímpicos, me uní a varias multinacionales americanas, como PepsiCo y Anheuser-Busch (Budweiser), donde trabajé en áreas como marketing y gestión de marcas. Estas empresas se caracterizan por su fuerte enfoque en el marketing y la marca, y me proporcionaron libertad para ser creativa y tomar decisiones de calado en mi región. En estos entornos, pude aprender a gestionar grandes presupuestos y competir en mercados exigentes, lo que fue una experiencia formativa y enriquecedora.
Más tarde, decidí unirme a una empresa multinacional alemana, lo que representó un cambio cultural significativo. En esta compañía, tuve la responsabilidad de marketing y ventas en seis países, lo que supuso mi primera experiencia gestionando equipos internacionales en entornos diversos. La empresa alemana tenía una estructura más rigurosa y controlada, lo que contrastaba con la libertad que había experimentado en las compañías americanas. Sin embargo, aprendí la importancia de justificar el valor que aportamos, no solo en términos de resultados económicos, sino también en términos de contribución al desarrollo del equipo.
Debemos ser sinceros con nosotros mismos y evaluar si realmente seguimos aportando valor cada año. Esta revisión anual, aunque sea interna (y a veces resulte algo incómoda), es muy valiosa.
Qué interesante (y necesaria) es la idea de justificar el valor.
Así es. Cuando diriges una unidad de negocio, una compañía o una división, y tienes personas y equipos a tu cargo, es crucial mantener esta presión para autoevaluarte y autoexigirte. Debes preguntarte: «¿Lo que he aportado este año a la organización ha generado beneficios? ¿He contribuido al desarrollo del equipo de manera significativa?» Esta autoexigencia es esencial para cualquier directivo. No solo estamos aquí para alcanzar resultados, sino para contribuir al crecimiento de nuestro equipo. Debemos esforzarnos en dos aspectos: aportar nuevas visiones, modelos de negocio y fuentes de crecimiento al negocio, y mejorar continuamente el equipo, asegurándonos de que este año seamos mejores que el anterior.
Pregúntate: «¿Qué han aprendido de trabajar conmigo?» Este enfoque es esencial. Es algo que aprendí en la empresa alemana, pero que he mantenido vivo porque, aunque incómodo, es extremadamente útil y honesto. Debemos ser sinceros con nosotros mismos y evaluar si realmente seguimos aportando valor cada año. Esta revisión anual, aunque sea interna, es muy valiosa.
Es muy importante justificar el valor que aportamos, no solo en términos de resultados económicos, sino también en términos de contribución al desarrollo del equipo.
¿Y cómo se justifica ese valor? ¿Con datos cuantitativos, cualitativos o un mix?
La justificación del valor es un proceso complejo que va más allá de los resultados financieros. Claro, los datos cuantitativos son esenciales para medir el éxito de un negocio, pero también es crucial evaluar el impacto cualitativo en el equipo y su desarrollo profesional. Un líder debe enfocarse en el crecimiento del equipo, medido a través de indicadores como promociones, aumentos salariales, y nuevas oportunidades de visibilidad y liderazgo. La verdadera medida del éxito es cuando el equipo concluye el año habiendo mejorado su posición y adquirido nuevas habilidades y conocimientos.
Claro. Y seguro que es un reto muy, muy grande.
Sí, es un reto muy grande. Pero cuando hablamos de directivos hablamos de responsabilidad. A veces asumimos los cargos o tomamos la posición solo viendo la parte bonita: el poder, el salario y los beneficios sociales. Es una parte atractiva que todos queremos y está bien. Sin embargo, luego viene la parte de justificar honestamente el valor que aportas. Un buen directivo debe poder sentarse al final del año y demostrarle a su superior las contribuciones que ha hecho a la organización y reflexionar sobre cómo ha mejorado su equipo. Es importante preparar al equipo para que crezca dentro de la empresa o para que tenga la capacidad de buscar oportunidades en otras compañías. Es responsabilidad del manager asegurarse de que su equipo esté en un nivel que les permita avanzar internamente o en el mercado externo, alcanzando posiciones superiores a las que habrían podido obtener unos años antes. Esta parte del liderazgo es fundamental.
Un buen directivo debe poder sentarse al final del año y demostrarle a su superior las contribuciones que ha hecho a la organización y reflexionar sobre cómo ha mejorado su equipo.
¿Crees que el liderazgo es algo que se puede aprender o es parte de la personalidad de una persona?
Definitivamente se puede aprender, siempre y cuando haya un deseo genuino de mejorar. Se trata de querer, de una voluntad de servicio. Aunque algunas personas puedan tener una inclinación natural hacia el liderazgo, cualquier directivo puede desarrollar esta habilidad si tiene la voluntad de hacerlo. La clave está en ser autoexigente y tener un método para evaluar y mejorar continuamente.
A veces asumimos los cargos o tomamos una posición directiva solo viendo la parte bonita: el poder, el salario y los beneficios sociales. Sin embargo, luego viene la parte de justificar honestamente el valor que aportas.
Es muy curioso lo de la mentalidad americana versus la europea. ¿Cómo ves esa diferencia en cuanto al marketing y la forma de hacer las cosas?
Sí, es una diferencia notable. En mi experiencia, las empresas americanas son expertas en crear demanda y potenciar la marca, otorgando a sus equipos locales libertad para ser creativos e innovadores, siempre dentro de unos límites claros relacionados con la imagen de marca. Este enfoque es muy enriquecedor, especialmente cuando eres joven y tienes energía para explorar y aprender. Por otro lado, las empresas europeas suelen ejercer un mayor control sobre los procesos, lo que puede limitar la creatividad y frustrar a los equipos locales que quieren tener más autonomía en la toma de decisiones. Para que las empresas europeas sean más efectivas, deben ser coherentes con las capacidades de sus equipos y permitirles la libertad necesaria para tomar decisiones estratégicas.
Ahora que has emprendido y tienes tu propia consultoría, ¿cómo aplicas toda esta experiencia?
La consultoría me permite aplicar todo el conocimiento y experiencia acumulada a lo largo de mi carrera. Cada cliente es único, y cada proyecto es una oportunidad para aprender y aportar valor. Aunque los sectores son diferentes, los principios del buen management son aplicables en casi todos los casos. En nuestra consultora, trabajamos en diversas áreas, como operaciones, sostenibilidad, estrategia corporativa y modelo de negocio, ofreciendo una perspectiva amplia y transversal. Nuestro objetivo es ayudar a las empresas a navegar por sus retos estratégicos, asegurando que sus decisiones estén bien fundamentadas y alineadas con sus objetivos. Nos esforzamos por ser un faro para nuestros clientes, guiándolos hacia decisiones más seguras y efectivas.
¿Y en qué sectores sois especialistas?
En AIM Consulting trabajamos con una variedad de sectores, incluyendo gran consumo, transporte, energía, carburantes y más. Ayudamos a fabricantes y a comercializadores y no nos limitamos a un solo sector porque creemos que nuestra metodología puede aplicarse de manera transversal. Nos adaptamos a las necesidades de cada cliente y le ayudamos a implementar el plan definido. Nuestra versatilidad nos permite abordar problemas desde diferentes ángulos y ofrecer soluciones personalizadas que realmente marquen la diferencia.
Para finalizar, nos gustaría conocer tu opinión sobre la IA.
Soy optimista y veo la IA como una herramienta poderosa que puede complementar nuestro trabajo, no reemplazarlo. Es importante usarla con ética y responsabilidad social, asegurando que sirva para mejorar la calidad de vida sin comprometer empleos esenciales. Los profesionales cualificados pueden beneficiarse enormemente de la IA al utilizarla para potenciar sus habilidades y conocimientos. Sin embargo, es crucial que no olvidemos el impacto social de la IA, especialmente en puestos menos cualificados. La IA debe ser una herramienta que sirva al bien común y se integre de manera que mejore nuestra sociedad en su conjunto. Espero que seamos capaces de manejar este avance tecnológico con conciencia social, garantizando que beneficie a todos.
Es un enfoque muy inteligente, no te quedas en la superficie.
Espero que lo sepamos hacer bien, porque al final es eso: en el mundo debemos caber todos y todo el mundo ha de tener la posibilidad de trabajar y ganarse la vida honradamente. Las máquinas deben servirnos a todos para hacer las cosas un poco mejor. Sin embargo, sí me preocupa un poco que se ponga de moda sustituir empleos humanos con máquinas, como botones o camareros robotizados en los hoteles. Esto da un poco de miedo, especialmente en sectores como el turismo, que son esenciales para la ocupación en nuestro país. Hay que tener cuidado, porque aunque los humanos somos capaces de crear cosas increíbles, no todo lo que creamos es positivo. Mi reflexión es que debemos seguir avanzando tecnológicamente, pero siempre vigilando que el impacto no sea negativo para la mayoría, manteniendo la consciencia.
Gracias por tus reflexiones, Arianne. Ha sido un placer escucharte.
Gracias a vosotros. Ha sido un placer compartir mis experiencias y perspectivas.